viernes, 24 de octubre de 2008

Estados Unidos ya no es un país racista

Cuesta arrancar de uno las creencias largo tiempo mantenidas, como si el tiempo que han pasado en nuestro interior las hubiera dotado de raíces que, al arrancarlas, se llevasen una parte de nosotros.
Yo siempre había tenido a los Estados Unidos por un país racista, pese a que me consta que hay muchos otros países terriblemente racistas, pero rara vez se habla del asunto, ni en la opinión pública interna de esos países ni mucho menos desde fuera. La sociedad estadounidense es una sociedad abierta que tiene la costumbre de debatir en la plaza pública sus problemas y sacar a la palestra sus trapos sucios de una forma mucho más decidida que otras.
Así fue en los años sesenta con el racismo contra la población negra.
Hoy, Barack Obama está a pocas semanas de llegar a la presidencia de Estados Unidos. Nunca creí que vería esto. Por mucho racismo que haya en muchos lugares de ese país, estoy dispuesto a aceptar, como regla del juego, que un país mayoritariamente blanco que elige democráticamente a un negro para ser presidente se gana el derecho a no ser tildado de "país racista".