miércoles, 23 de diciembre de 2009

Descargas en internet

El problema de las descargas o intercambios de productos culturales en internet se está enfocando mal, puesto que trata todos los productos de manera idéntica, cuando lo cierto es que cada tipo de producto tiene sus características y su problemática. Examinando cada uno por separado, vemos que un tratamiento uniforme para todos ellos, como se hace siempre que se discute este asunto, es realmente parte del problema. Pensar que los derechos de autor van a ser protegidos por leyes antidescarga o por la concienciación de los consumidores es ignorar las duras realidades de la tecnología y la economía. A cada sector le espera un futuro distinto, por sus características peculiares. Veamos.

Las películas.

Las películas son los productos más caros de producir y cuyo consumo es más rápido (menos de dos horas de media). Si el productor no puede recuperar su dinero, la industria no es viable. Realmente no lo tienen tan difícil en este momento. Las películas se convierten en presa fácil del intercambio en la red una vez que se pasan a formato digital de forma prematura. Aunque los screeners (copias realizadas en las salas con una cámara de video) seguirán existiendo, su calidad es infame, por lo que la mayoría de los usuarios las rechazan. Los usuarios que las usan probablemente tienen poco interés en la película, o pocos recursos, por lo que su uso difícilmente puede afectar significativamente los ingresos del productor. Las copias con calidad DVD son otro asunto. Todo lo que tienen que hacer los productores es asegurarse de que no se realiza ningún paso a DVD de sus películas antes de que ellos lo decidan. La película debe recuperar su dinero en las salas, como siempre ha sucedido. La industria cinematográfica puede sobrevivir sin recurrir a los ingresos del alquiler y compra de DVDs. Es sencillamente un problema de adaptación y reconversión.

La música.
El productor realiza muy poca inversión intrínseca en un tema musical. Hablo de un tema musical, porque el concepto de un disco con muchos temas independientes es una creación de las discográficas por razones económicas. La principal inversión de la discográfica es extrínseca a la creación del producto, especialmente en promoción. Pero la inversión de crear e interpretar un tema musical corresponde al autor y a los intérpretes, además de algunos días de algunos técnicos de sonido y el alquiler de un estudio de grabación. Los autores y los grupos pueden ser pequeñas empresas independientes, compitiendo entre sí en la red por el favor del público. Las superestructuras creadas por las discográficas, que crean estrellas del pop con muchos millones de copias, están destinadas a desaparecer, lo cual tendrá un efecto positivo sobre la diversidad de la oferta, bajando la barrera de entrada a nuevos autores e intérpretes. Eso será bueno para la cultura musical. A diferencia de una película, la inversión necesaria para crear un tema musical es cien o mil veces menor. Esto significa básicamente el fin de las discográficas, pero no de la música.
A diferencia del cine, la música puede compartirse muy fácilmente en la red sin merma de calidad. Las soluciones tecnológicas destinadas a impedirlo (como el DRM) están destinadas al fracaso. La música debe vivir con el fenómeno de su difusión incontrolada. Afortunadamente, la inversión necesaria para producir un tema es pequeña, y los músicos pueden vivir de dar conciertos. La música grabada pasará a ser considerada como el medio de promoción para los ingresos de los conciertos. Ciertamente, los músicos no se harán millonarios, como sucedía antes de la invención del gramófono, pero pueden vivir dignamente. No está claro que eso sea un desastre para la sociedad, sólo para una pequeña élite que ha hecho fortuna en un periodo dorado de unos sesenta años y que ahora está terminando.

Los libros.
Dentro de poco, con el advenimiento de los e-books, los libros sufrirán el mismo destino que la música. Una vez convertidos en formatos electrónicos, no pasará mucho tiempo antes de que se diseminen descontroladamente por la red. Pero los libros electrónicos tienen un futuro dudoso. Cuando las editoriales vean peligrar su negocio, se inhibirán de hacer ediciones electrónicas de sus libros, algo que las discográficas no pueden hacer, y sobrevivirán. La inversión personal de un autor de un libro es ciertamente mayor que la de los autores e intérpretes de un tema musical. Y aunque el autor actualmente recibe una proporción pequeña de los ingresos que genera la venta de los libros, y ciertamente podría aumentarla significativamente si editase sus propios libros electrónicos, su incentivo para hacerlo es pequeño, dado que el número de copias vendidas en formato electrónico sería mucho menor. A diferencia de los músicos, los autores no pueden esperar vivir exclusivamente de giras y conferencias. La consecuencia inevitable es que los libros electrónicos no prosperarán.

La prensa.
La prensa tal como la conocemos sí habrá de reconvertirse en otra cosa. Esto lo he tratado en el post anterior.


viernes, 4 de diciembre de 2009

La desaparición de los diarios

Los diarios impresos desaparecerán en pocas décadas, aproximadamente cuando desaparezca la generación que no ha podido adaptarse a la era de la digitalización. Después de algunos cientos de años, han cumplido su ciclo. Las noticias serán diseminadas por medios electrónicos, más inmediatos y más baratos.
Pero no sólo desaparecerán los diarios impresos, cosa que es obvia, sino - y esto es más importante - también sus ediciones en la web.
¿Qué es un diario, en definitiva? El diario en sí es un medio de información y una tribuna de opinión. Ambos componentes están necesariamente unidos en una línea editorial que selecciona, valora y ordena las noticias según su criterio, las analiza en editoriales e invita a personas a su tribuna para que opine sobre los temas de actualidad.
Algunos de los diarios electrónicos, como elpais.com, están en los primeros puestos de la web en visitas. No tienen aspecto de estar a punto de desaparecer. La calidad de su producto es la razón de su popularidad. ¿Qué razón existe, entonces, para prever su extinción? La razón es su modelo de negocio. En la actualidad, las ediciones electrónicas de los diarios no tienen ingresos suficientes para mantenerse por sí mismas, sino que están subsidiadas por la edición de papel. Cuando ésta desaparezca, los diarios digitales entrarán en pérdidas. Las suscripciones no les salvarán, así que deberán financiarse mediante la publicidad. Pero ésta no genera ingresos suficientes para mantener la estructura que exige un diario de calidad. Y, si el diario pierde calidad, con mayor razón perderá suscriptores, entrando en una espiral descendiente.
La dificultad de encontrar y mantener suscriptores en la web ha quedado acreditada por los intentos fallidos de los mejores diarios del mundo. Detrás de estos fracasos no está, como se dice, que en la web impera la cultura de lo gratis. El problema es otro: el ciudadano medio no se suscribirá a un diario en internet porque hay una sobreabundancia de oferta de noticias y de opinión en la red. La gente ojea los diarios: una noticia de aquí, una opinión de allá. No es necesario comprar un diario y obtener toda la información del día de un solo medio. En el momento en que un diario le intenta hacer pagar, el usuario lo descarta y busca las noticias en otros sitios.

Si los diarios van desapareciendo, ¿se vaciará la web de noticias y opinión? Si así fuera, los lectores comenzarían progresivamente a abonarse a alguno, lo que llevaría a un nuevo punto de equilibrio, quizá con un número menor de diarios. Pero no hay razón alguna para pensar que la red se vaciaría de noticias y de opinión. Como he apuntado más arriba, éstas son la materia prima necesaria para crear los diarios, pero los productores de las mismas (agencias de noticias, reporteros, escritores) son agentes distintos de los editores de éstos.
Los productores de noticias y opinión de calidad pueden sustentarse mediante publicidad. Esto es así porque su número se reducirá y su alcance será mayor. Pero la publicidad no puede sufragar el extravagante despilfarro de esfuerzo que supone el traslado del modelo del diario impreso al mundo de internet. ¿A qué me refiero con esto?
Pensemos en lo que sucede cuando se produce algún suceso de cierta importancia a escala global. A las pocas horas existen miles de artículos similares, cada una de ellas escrita ex-novo de forma independiente por un redactor, dando cuenta del mismo suceso. Otros miles son meras copias de los anteriores. La cifra de artículos dando cuenta de un suceso de cierta importancia puede llegar a decenas de miles antes de veinticuatro horas. Si el suceso es de escala nacional, la situación se repite, a menor escala, con las ediciones locales. Es cierto que cada uno de los diarios le da su propio sello a la redacción de la noticia. Pero la escala a la que esto sucede es sencillamente ridícula y por tanto antieconómica. Por poner un ejemplo de hoy mismo. Leo en el Periódico de Catalunya que "Blanco asegura que Sinde no explicó bien el plan antipiratería". Google me informa de que existen ¡517 artículos relacionados con este asunto!
Esta extravagante situación es herencia de los diarios impresos, que carece de sentido en el mundo de internet. En efecto, un diario impreso local no se limita a dar noticias locales, sino que necesariamente compendia también las noticias de ámbitos superiores. Las noticias de ámbitos superiores son referidas con una redundancia completamente exagerada, e innecesaria en la era digital. Por supuesto, los lectores demandan distintas versiones del mismo hecho que realmente aporten un punto de vista distinto, en cada una de las lenguas del mundo de cierta importancia. Pero ciertamente no miles. Los diez idiomas más importantes totalizan las dos terceras partes de la población mundial. Además, los hablantes de lenguas minoritarias son, en su mayoría, bilingües. No es imposible pensar que el noventa por ciento de la población puede acceder a la información sin problemas si ésta se publica en una veintena de lenguas. Así pues, el coste de dar cuenta de un suceso global podría reducirse quizá en dos órdenes de magnitud al eliminar la redundancia. La situación es distinta cuantitativamente cuando hablamos de noticias de menor ámbito, como las noticias nacionales, donde la redundancia es menor. Pero también son posibles ahorros de mucha importancia. Esta redundancia va en contra de las leyes de la economía.

En cuanto a la función de un diario como tribuna de opinión, el diario es un medio vehículo. La tirada de los diarios en papel se justifica en primera instancia por las noticias de las que dan cuenta. Esa tirada los convierte en poderosas tribunas de opinión. El diario tiene el enorme poder de decidir quién puede acceder o no a su valioso espacio. En los tiempos previos a internet, aquellos autores a los que no se les cedía espacio en los diarios se veían reducidos a producir ellos mismos copias de su artículo de forma artesanal y a distribuirlos manualmente, con alto coste y bajo impacto. Esta situación ha cambiado radicalmente. Un bloguero tiene una audiencia potencial global. Por supuesto, lo que un bloguero desconocido publica no tiene gran repercusión, y muchos tienen sólo unos pocos lectores, o incluso ninguno. Los articulistas de los diarios electrónicos consiguen muchos más lectores, pero esto se debe al prestigio de los diarios actuales. La red tiene mecanismos de filtrado basado en redes sociales que hacen que los blogs más valiosos para la comunidad escalen puestos. Esto es ya una realidad y preveo que estos mecanismos serán los que pongan orden en el mundo de la opinión en línea.
La función que ahora cumplen los diarios la prestarán servicios de consolidación de items de información y opinión, cuya autoría y propiedad serán de terceros. Un usuario podría realizar la consolidación por sí mismo, pero estos servicios le facilitarán el trabajo. La llamada "línea editorial" podrá ser configurada por el usuario. Si un usuario vive en España, pero tiene familia en Japón, le interesarán de manera especial las noticias de ambos ámbitos. Si no le gusta el deporte, pero sí la política y la ecología, estos temas tendrán mayor preponderancia. Esto se realizará mediante algoritmos que no excluirán importantes acontecimientos deportivos para este usuario, pero sí las noticias más menudas. El usuario podrá votar el interés que le despiertan los blogs que se le presentan, de forma que el servicio le proporcionará éstos con más frecuencia y otros similares, en función de las opiniones agregadas de otros usuarios. En esencia, cada usuario podrá tener su propio diario de información.
Esto, evidentemente, traslada el problema al modelo de negocio de los creadores de los items de información antes aludidos: ¿de dónde sale el dinero para pagar a los creadores y a las agencias de noticias? Como he comentado antes, de la publicidad. La eliminación de la redundancia hará que el alcance de los supervivientes sea mucho mayor, lo que dará lugar a un negocio viable.
Preveo también la aparición de recintos de internet restringidos. Estos recintos sólo podrán ser accedidos por las operadoras de internet a través de puertas de entrada. Las operadoras de internet ofrecerán en sus paquetes el acceso a uno o más de estos recintos. Los enlaces a las páginas dentro de estos recintos no funcionarán a menos que el usuario haya contratado el acceso en su paquete. Los propietarios de estos recintos (que podrán ser las propias operadoras) contratarán con los productores de noticias y de opinión. Los productores (agencias, columnistas) recibirán dinero en función de los accesos a su material. Este modelo coexistirá con la internet abierta sufragada en exclusiva por publicidad.
La situación privilegiada de los propietarios de los grandes diarios para configurar (o manipular) la opinión pública, que se justifica por la barrera de acceso en forma de enormes inversiones en sus rotativas y demás infraestructuras, habrá terminado. No necesariamente una mala cosa.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Wikipedia... ayúdales

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viernes, 6 de noviembre de 2009

El velo islámico

El velo islámico es una prenda que es extraña a nuestras costumbres occidentales, pero no es más que una prenda. Tiene connotaciones culturales que pueden producir un cierto rechazo. No en vano nuestro continente europeo ha batallado contra el Islam durante siglos. No debe existir un derecho universal a su uso, como no existe derecho a usar cualquier prenda en cualquier situación: piénsese en los uniformes que han de vestir múltiples trabajadores. Tampoco debe existir una prohibición de su uso en cualquier situación. Es como si se prohibiese el uso del sombrero. Algunos atuendos sí deben estar prohibidos, por razones de seguridad. Fuera de un carnaval, nadie puede ir por la calle con su rostro oculto por una máscara. Pero el velo que no tape el rostro no crea problema alguno.
A veces se argumenta que el velo islámico es un símbolo de la represión de la mujer. Lo es, pero lo único que debe hacer una sociedad libre es asegurarse de que la gente no es coaccionada a hacer lo que no desean. Por supuesto, si una mujer se casa con un musulmán, probablemente éste la presione para que se amolde a sus costumbres. Pero ella puede decidir no casarse con él, resistirse o divorciarse. Será difícil para ella, pero ése es su problema, no el nuestro. En cuanto a las niñas, no debe intentarse nada, porque sería inútil. Es mejor esperar a que entren en la mayoría de edad y decidan por sí mismas. El adoctrinamiento de los hijos está presente en todos los ámbitos de la vida y en todas las religiones. Es algo natural y nada puede hacerse al respecto.

martes, 3 de noviembre de 2009

Demasiada gente para nuestro planeta

Las generaciones futuras vivirían mejor en un mundo con menos gente. No habría hambrunas, el planeta se recuperaría, los espacios naturales volvería a florecer, las especies en peligro de extinción podría recobrar sus hábitats naturales, el medio ambiente se limpiaría y se regeneraría. ¿Por qué tenemos que ser tantos?
Por supuesto, somos una especie que, como todas, tiende a multiplicarse hasta que los recursos de los que depende se agotan o hasta que se produzca un cambio medioambiental grave. La naturaleza se encargará de limitar la población humana, si nosotros no lo hacemos antes. Lo malo es que la naturaleza se cobrará un gran sufrimiento en el proceso. Ninguna especie anterior en la historia de la vida en la Tierra ha tenido la posibilidad para auto-limitar su crecimiento de forma consciente. Pero tampoco tiene precedentes la especie humana en su capacidad para alterar el entorno de forma que ocupe todos los ecosistemas. Así que, querámoslo o no, los humanos nos encontramos en una posición inédita en la historia de la vida en el planeta.
Está en juego el bienestar de las generaciones futuras de nuestra especie y la supervivencia de otras muchas. En este momento, la desaparición de otras especies es mayor y más rápida que la acontecida en las otras grandes extinciones de las que nos habla el registro fósil.
Aún si el planeta pudiese soportar los 9000 millones de personas que ya sin duda poblarán la Tierra hacia el año 2050, la cuestión es ¿para qué?
Es difícil poner en marcha decisiones con vistas a cientos de años. Nunca antes se ha hecho, y seguramente no se hará tampoco ahora. Seguramente tendremos que sufrir mucho como especie. El calentamiento global no acabará con la vida en la Tierra, ni siquiera con la especie humana. Sólo hará que lo pasemos muy muy mal.

miércoles, 28 de octubre de 2009

La prostitución debiera ser legal

Si una mujer puede hacer lo que desee con su cuerpo (abortar, por ejemplo) ¿por qué no ha de poder ejercer la prostitución si lo decide así?
De la misma forma en que el Estado debe proteger a los ciudadanos prohibiéndoles que lleguen a "acuerdos libres" con sus empleadores para trabajar en condiciones inhumanas o por un salario inferior al mínimo (porque se asume que eso puede dar lugar, en determinados casos, a una relación equiparable a la de la esclavitud), de igual forma debe proteger a las personas que se vean forzadas a practicar la prostitución (o, en realidad, cualquier otra actividad) por coacción o secuestro.
Pero es una realidad que la prostitución puede ser ejercida libremente. No es ciertamente una opción agradable para la mayoría de las mujeres, pero eso puede tener sus raíces en la educación. Existen mujeres que están satisfechas con su decisión de ejercerla. La idea de que toda mujer que se dedica a la prostitución lo hace por desesperación lleva implícita la convicción de que es una actividad que por fuerza ha de repugnarles. Pero pocas veces se les pregunta. Y cuando lo hacen, si contestan que la practican libremente, inmediatamente se sospecha que su situación es tan mala que se ven forzadas a dar esa respuesta.
Posiblemente la moral judeo-cristiana está en la base de esta convicción tan arraigada. Actualmente, la dificultad de invocar la moral cristiana o las buenas costumbres por parte de sectores de la izquierda, hace que se sustituya por el concepto de dignidad: la prostitución sería entonces un trabajo indigno. No es muy distinto invocar la Ley de Dios que invocar el Principio de Dignidad Humana. En ambos casos, los valores y creencias de la mayoría han sido impuestos a todos.
Respecto a los peligros de la profesión, existen, pero son todos derivados de su condición de actividad ilegal. En un alarde sofista, se invocan precisamente esos peligros para defender que lo siga siendo.

jueves, 26 de febrero de 2009

La pena de muerte, un dilema moral en estado puro

La pena de muerte cumple todas las funciones de una pena, (ver el post anterior) salvo la de servir de escarmiento al reo, por razones obvias.  Es incompatible con la Constitución, porque no consigue la reinserción, que es el único objetivo declarado. 
La pena de muerte es una opción barata (es muy cara en EEUU, pero no tendría por qué ser así.) En cuanto a la seguridad, es obviamente la mejor. Su potencial disuasorio se ha puesto en cuestión, sobre si es mayor que el las largas condenas o no. Puede que no sea mayor, pero tampoco menor. Su valor en cuanto al resarcimiento moral de las víctimas y de la sociedad es muy elevado. 
Existen otras pegas, no conectadas con que sirva mejor o peor sus funciones como condena. Su irreversibilidad se cita a menudo. El argumento suele combinar la probabilidad de error en la condena (que no es nula) con el valor de la vida humana (que para el argumento se toma como infinito) . De esta forma, la más pequeña probabilidad de error da como resultado una pérdida inasumible. Asignar un valor infinito a la vida humana es muy discutible. Proviene de un sentimiento religioso (la vida humana es sagrada, la da Dios y sólo Él la puede quitar) o apriorístico, imposible de atacar o de defender.
En mi opinión, es un argumento débil. Si el valor de la vida humana es incalculable, ¿no habría de ser igualmente incalculable una reclusión de treinta años? A fin de cuentas, supone una proporción importante de la vida que tiene por delante un adulto. Ha habido casos de condenas injustas que se han rectificado cuando el reo había cumplido muchos años de cárcel y su vida estaba perdida y destrozada.  En este caso, el condenado aún vive, pero el daño es igualmente irreversible.
El sufrimiento físico durante la ejecución también es una cuestión menor. Muchos condenados a penas de cárcel aceptarían pasar por un sufrimiento físico equivalente (pero que no provoque la muerte o deje secuelas) a cambio de que se les perdonase su condena. Además, disminuir el sufrimiento físico es una cuestión técnica fácilmente soluble. 
En mi opinión, el asunto de la pena de muerte es un dilema moral. Una sociedad debe decidir si tiene derecho a terminar con la vida de una persona en contra de su voluntad. Por muy conveniente que sea esa condena desde el punto de vista económico y funcional, si la sociedad la considera inmoral, todo lo demás huelga. Como con todas las cuestiones morales (excepto en las sociedades teocráticas) cada individuo responde ante su conciencia (o consulta con su dios o una persona que interpreta la voluntad del mismo) y da finalmente su opinión. Luego se cuentan las opiniones (los votos) y se hacen las leyes. No hay más vueltas. Como la forma en que cada persona llega a su propia conclusión es inexcrutable y privada, el debate sobre la pena de muerte se pierde en argumentos económicos, de irreversibilidad o de crueldad. Es lógico: una discusión de naturaleza moral no tiene mucho recorrido en una sociedad laica. No hay un libro sagrado,  aceptado por todos, que interpretar como sucedía en el pasado. No hay unos estudios científicos que discutir, porque el debate no se resuelve en términos de eficacia.
Y como es un dilema moral, el debate subsiste y se niega a morir. A aquellos que lo quieren dejar como superado para siempre, hay que decirles que eso es un espejismo. Lo mismo que el asunto del aborto, que para una parte de la sociedad es equivalente a un asesinato y es también un dilema moral. 


miércoles, 25 de febrero de 2009

Que se pudran en la cárcel

Cuando la ciudadanía está indignada por un crimen horrendo, siempre se oyen voces clamando por la implantación de la pena de muerte. Los políticos, queriendo sintonizar al máximo con los sentimientos de la gente, suelen abogar porque los culpables "paguen por lo que han hecho", que caiga sobre ellos "todo el peso de la ley" o, para mayor efecto, que sean capturados y "que se pudran en la cárcel". Este último tiene el tono adecuado: el de alguien que está lleno de rabia, aunque se contiene para no pedir la pena capital. Truquillos de político.
A lo que voy: estas manifestaciones públicas dejan al descubierto lo que todos sabemos en el fondo. Por mucho que lo diga el artículo 25 de la Constitución de 1978 siguiendo las tendencias más modernas y civilizadas de los penalistas, las penas que se imponen por los delitos no deben tener como único objetivo la reeducación y la reinserción social del delincuente. Ni debe ser así, ni de hecho lo es.
Las cárceles existen desde tiempo inmemorial, mucho antes que las teorías de los penalistas, y cumplen cuatro funciones muy claras.
La primera función de la condena es la seguridad. Un peligroso criminal no debe estar suelto. Todo el tiempo que esté entre rejas es tiempo de tranquilidad para la sociedad.
La segunda función  es el resarcimiento de las víctimas y de sus familiares y de la sociedad en general. Dicho de otro modo, el deseo natural de venganza. La tercera, la disuasión para otros posibles criminales que puedan verse tentados a cometer un crimen similar. Por fin, la cuarta es el escarmiento para el propio reo, de forma que se le quiten las ganas de reincidir. Esta última función, el escarmiento, es más o menos asimilable al objetivo declarado en la Constitución de reeducación y reinserción. ¿Que no es lo mismo? Dado el funcionamiento real de las instituciones penitenciarias, pensar que le reeducación es algo distinto de encerrar al reo y esperar que se reeduque por sí mismo,  reflexionando sobre adónde le ha llevado su comportamiento anterior, sería una broma pesada.
Que el escarmiento es una de las funciones de la condena, está bien claro. Pero hacer del mismo la única y principal, como pretende la Constitución, no se sostiene. Por eso hay tanta confusión.
Para aquellos delitos en que la seguridad no se considera un problema, existe la multa o los trabajos en comunidad. Cumple perfectamente las otras tres funciones.
Lo que está muy claro es que ni las cárceles, ni las penas que se fijan, están realmente concebidas para procurar la rehabilitación de los reos. El tiempo necesario para conseguir una rehabilitación es imposible de prever. En realidad, las penas se estipulan según lo grave del delito (es decir lo que la sociedad considera más execrable), no según las características del delincuente, que es el que se tiene que rehabilitar.  Ni siquiera se tiene en cuenta de si el tipo de delito es más o menos susceptible de ser corregido. 
Así, un criminal que realiza pequeños hurtos pero que no siente ningún remordimiento por ello, puede que sea irrecuperable. ¿Le impondríamos la pena máxima posible? Un maltratador de su mujer se muestra completamente arrepentido ya en el juicio; los psiquiatras dicen que es improbable que reincida ¿lo dejaríamos en libertad? Sin embargo, ambas cosas serían las indicadas si la reinserción es la única función de la condena.
En resumen, no seamos ingenuos ni hipócritas. Las condenas tienen esas cuatro funciones y las han tenido siempre.
Para terminar, hagamos un experimento imaginario: supongamos que un tratamiento médico innovador eliminase las tendencias pedófilas de un individuo de un plumazo. ¿Estaría la sociedad de acuerdo en que un consumado pedófilo, autor de múltiples violaciones infantiles, saliese en libertad sin pasar un solo día en la cárcel, por aceptar someterse a dicho tratamiento? Probablemente, no. Sin embargo, esta práctica cumpliría plenamente el mandato constitucional, además de cumplir la primera función (la seguridad). ¿Por qué no, entonces?
Pues porque no cumpliría la segunda (el resarcimiento) ni la tercera (la disuasión). En efecto, la sociedad ardería de indignación al ver una foto del antiguo pedófilo, saliendo sonriente de la clínica con esos crímenes a su espalda, feliz de haber escapado de una larga condena. Tampoco cumpliría la tercera (la disuasión): otros pedófilos igualmente enfermos, pero más timoratos, podrían animarse a hacer realidad sus fantasías si saben que, en el peor de los casos, todo lo que les espera es un tratamiento indoloro. 
Como conclusión, como dicen los políticos ante los crímenes más horrendos, en esa frase tan alejada de los altos ideales de rehabilitación de los presos: que se pudran en la cárcel.


lunes, 16 de febrero de 2009

Lloremos por los muertos, pero que sigan muriendo

Se han recuperado 24 cadáveres cerca de Lanzarote de la embarcación que naufragó ayer, con inmigrantes africanos que trataban de llegar a Canarias. Entre ellos hay varios niños. Acabo de oir la noticia en Radio 5.
El noticiario abría con una lamentación que parecía tan sincera por parte del redactor que cuesta trabajo darse cuenta de hasta qué punto es hipócrita: algo así como que "la fuerza del mar y las mafias" los habían condenado.
Ni una ni las otras son más que circunstancias. Las mafias son meramente personas que cobran a los inmigrantes por hacer un viaje muy peligroso. Los inmigrantes pagan su pasaje a sabiendas del riesgo que corren. Pero tienen poca elección: huyen de la guerra y del hambre.
Somos los europeos los que hacemos que su viaje sea difícil: podrían venir en ferry desde Ceuta.
Esas veinticuatro personas, como miles antes que ellas, mueren porque nosotros se lo ponemos difícil. Y lo hacemos porque, de lo contrario, nos inundarían por millones y se colapsaría nuestra sociedad del bienestar. Lo sabemos y preferimos llorarlos, pero que sigan muriendo.

martes, 3 de febrero de 2009

Derechos humanos y otros derechos

En la esfera ética, las personas tienen derechos. A veces se habla de los derechos de "colectivos", como puedan ser los gays, los ciegos, las mujeres, los niños. Cuando se habla del derecho de un colectivo, uno se refiere al derecho de cada una de las personas que lo componen.
Distinto asunto es si pretendemos hablar de los derechos de otras entidades abstractas: pueblos, naciones, familias, instituciones, ciudades, países, empresas... En el plano ético, estas entidades abstractas no son titulares de derechos. No me refiero, por descontado, a los derechos humanos de las personas que las componen, sino a derechos de otra índole, de la entidad per se.

Las cosas son distintas en el plano jurídico. En un ordenamiento jurídico concreto, las personas pueden ser físicas y jurídicas (una empresa, por ejemplo) y ambas clases son desde luego titulares de derechos. Una empresa tiene derechos y deberes, así como un trabajador. Pero, a pesar de que la palabra ("derecho") es la misma que se utliza en el plano ético, su sentido es muy distinto en el ordenamiento jurídico. Cuando decimos que una empresa tiene derecho a despedir a un trabajador pagando una indemnización, estamos meramente expresando el contenido de una ley en un ordenamiento jurídico dado, no haciendo ninguna valoración ética.

Los derechos jurídicos de una mujer en Arabia Saudí son distintos de los que tiene en España. Sin embargo, los derechos son iguales en el plano ético, que no depende de las leyes.

Si mantenemos ambos planos nítidamente separados, encontramos un problema insalvable en la interpretación de la frase "el derecho de los pueblos a la autodeterminación". No admite una interpretación en el plano ético, puesto que la autodeterminación no es un derecho humano. Tampoco existe un ordenamiento jurídico en el mundo actual en el que la entidad "pueblos" sea una persona jurídica titular de derechos. El único ordenamiento jurídico que se le aproxima sería el derecho internacional, pero éste sólo reconoce los estados soberanos.

Los estados soberanos no son una entidad de destino en lo universal, como decía Franco de España. No los ha creado Dios. Los territorios que los componen son el resultado de guerras, invasiones y demás vicisitudes históricas. Cambian con la historia, pocas veces de forma no traumática. Cuando se produce una de estas vicisitudes (por ejemplo, un estado se anexiona un territorio que no era suyo, o un territorio se declara independiente), la comunidad internacional clama. A veces se desencadena una guerra. A veces ciertos estados toman partido. Finalmente, pasa el tiempo y llega la calma. Si ha dado lugar al nacimiento de un nuevo estado, éste acaba por ser reconocido por la mayoría de los otros estados. Es un hecho consumado, y nada tiene que ver con que los estados estén más o menos conformes con la nueva situación. El tiempo para que se restablezca la calma puede ser muy largo. Pero siempre llega al final.

En la ONU los estados son tratados como "personas jurídicas" indivisibles y sempiternas, y se les dan derechos de voto o de veto. El Derecho Internacional no va más allá.

Por su lado, el tribunal internacional de derechos humanos tampoco se preocupa de los derechos de entidades abstractas, sino sólo de los derechos de las personas.

¡Vaya! ¿Significa esto que el pueblo vasco (por ejemplo) no tiene el derecho moral a la autodeterminación? Pues sí, eso es lo que significa. ¿Significa que no sería deseable que el pueblo vasco se constituyera como un estado soberano? No, no significa eso. Algunos vascos pueden desearlo, y otros puede que no. Pero no puede argüirse como un derecho legal en ningún ordenamiento jurídico ni tampoco como derecho en el plano ético.


domingo, 1 de febrero de 2009

La única salida posible al conflicto palestino

La única opción que tiene el movimiento palestino es ganar la batalla moral, recurriendo a una estrategia de no violencia. Sin embargo, esto no casa con el espíritu guerrero de los palestinos.
Mientras sigan con la absurda idea de destruir el estado de Israel y continúen disparando esos patéticos cohetes desde la franja de Gaza, no van a conseguir más adhesiones internacionales. El objetivo realista es la creación de un estado palestino en los territorios ocupados por Israel en la guerra de los seis días. Para conseguirlo, dado que la opción militar (terrorista, guerrillera, como se desee llamar) no les lleva a ningún sitio, sólo la opción de la presión diplomática internacional puede dar frutos.
Hamás cree que molestando a Israel (pues poco más pueden hacer), su enemigo se verá forzado a provocar un derramamiento de sangre entre los palestinos. Después, podrán utilizar sus propios muertos como arma para incendiar el ánimo entre el mundo árabe y despertar la sensibilidad de la opinión pública occidental ante las masacres. No puede haber otro objetivo, puesto que el declarado (la eliminación de Israel) no es racional.
Pero la estrategia tiene un defecto básico: es demasiado obvia. Si Israel muestra un poco de sangre fría y espera las provocaciones de Hamás, la estrategia queda al descubierto. La única forma de apoyar a Hamás es justificar de algún modo que Hamás "tiene derecho" a lanzar ofensivas, pero Israel no tiene derecho a contraatacar. Esto equivale a tratarlos como "menores de edad": lo hacen porque están desesperados. Puede que eso le valga a una parte de la opinión pública, pero ciertamente no a mí.
En los análisis sobre el conflicto palestino, suele suceder que uno tiene una posición previa y luego es más o menos hábil buscando argumentos que la apoyen. No es mi caso. Lo que he expuesto es independiente de cuál de los lados en este conflicto tenga razón.
Hasta este punto me he abstenido cuidadosamente de juzgar lo que es justo. Otro día diré lo que creo que es justo.

lunes, 12 de enero de 2009

Para qué sirve el autobús ateo

Cualquier manifestación pública de una de las grandes religiones es tratada con naturalidad en nuestra sociedad, sin que nadie se ofenda, a pesar de que cada una de ellas considera falsas a todas las demás.

El autobús ateo que circula ya en Cataluña y que pronto lo hará en otros sitios no va a convertir a nadie al ateísmo, pero sí puede avanzar la idea de que proclamar que no hay Dios es una opción tan respetable como decir que el hijo de Dios nació de una virgen entre una mula y un buey.

Veréis como hay reacciones airadas hacia el autobús, y acusaciones de falta de respeto a las confesiones religiosas. De eso se trata.