martes, 3 de noviembre de 2009

Demasiada gente para nuestro planeta

Las generaciones futuras vivirían mejor en un mundo con menos gente. No habría hambrunas, el planeta se recuperaría, los espacios naturales volvería a florecer, las especies en peligro de extinción podría recobrar sus hábitats naturales, el medio ambiente se limpiaría y se regeneraría. ¿Por qué tenemos que ser tantos?
Por supuesto, somos una especie que, como todas, tiende a multiplicarse hasta que los recursos de los que depende se agotan o hasta que se produzca un cambio medioambiental grave. La naturaleza se encargará de limitar la población humana, si nosotros no lo hacemos antes. Lo malo es que la naturaleza se cobrará un gran sufrimiento en el proceso. Ninguna especie anterior en la historia de la vida en la Tierra ha tenido la posibilidad para auto-limitar su crecimiento de forma consciente. Pero tampoco tiene precedentes la especie humana en su capacidad para alterar el entorno de forma que ocupe todos los ecosistemas. Así que, querámoslo o no, los humanos nos encontramos en una posición inédita en la historia de la vida en el planeta.
Está en juego el bienestar de las generaciones futuras de nuestra especie y la supervivencia de otras muchas. En este momento, la desaparición de otras especies es mayor y más rápida que la acontecida en las otras grandes extinciones de las que nos habla el registro fósil.
Aún si el planeta pudiese soportar los 9000 millones de personas que ya sin duda poblarán la Tierra hacia el año 2050, la cuestión es ¿para qué?
Es difícil poner en marcha decisiones con vistas a cientos de años. Nunca antes se ha hecho, y seguramente no se hará tampoco ahora. Seguramente tendremos que sufrir mucho como especie. El calentamiento global no acabará con la vida en la Tierra, ni siquiera con la especie humana. Sólo hará que lo pasemos muy muy mal.

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