miércoles, 23 de diciembre de 2009

Descargas en internet

El problema de las descargas o intercambios de productos culturales en internet se está enfocando mal, puesto que trata todos los productos de manera idéntica, cuando lo cierto es que cada tipo de producto tiene sus características y su problemática. Examinando cada uno por separado, vemos que un tratamiento uniforme para todos ellos, como se hace siempre que se discute este asunto, es realmente parte del problema. Pensar que los derechos de autor van a ser protegidos por leyes antidescarga o por la concienciación de los consumidores es ignorar las duras realidades de la tecnología y la economía. A cada sector le espera un futuro distinto, por sus características peculiares. Veamos.

Las películas.

Las películas son los productos más caros de producir y cuyo consumo es más rápido (menos de dos horas de media). Si el productor no puede recuperar su dinero, la industria no es viable. Realmente no lo tienen tan difícil en este momento. Las películas se convierten en presa fácil del intercambio en la red una vez que se pasan a formato digital de forma prematura. Aunque los screeners (copias realizadas en las salas con una cámara de video) seguirán existiendo, su calidad es infame, por lo que la mayoría de los usuarios las rechazan. Los usuarios que las usan probablemente tienen poco interés en la película, o pocos recursos, por lo que su uso difícilmente puede afectar significativamente los ingresos del productor. Las copias con calidad DVD son otro asunto. Todo lo que tienen que hacer los productores es asegurarse de que no se realiza ningún paso a DVD de sus películas antes de que ellos lo decidan. La película debe recuperar su dinero en las salas, como siempre ha sucedido. La industria cinematográfica puede sobrevivir sin recurrir a los ingresos del alquiler y compra de DVDs. Es sencillamente un problema de adaptación y reconversión.

La música.
El productor realiza muy poca inversión intrínseca en un tema musical. Hablo de un tema musical, porque el concepto de un disco con muchos temas independientes es una creación de las discográficas por razones económicas. La principal inversión de la discográfica es extrínseca a la creación del producto, especialmente en promoción. Pero la inversión de crear e interpretar un tema musical corresponde al autor y a los intérpretes, además de algunos días de algunos técnicos de sonido y el alquiler de un estudio de grabación. Los autores y los grupos pueden ser pequeñas empresas independientes, compitiendo entre sí en la red por el favor del público. Las superestructuras creadas por las discográficas, que crean estrellas del pop con muchos millones de copias, están destinadas a desaparecer, lo cual tendrá un efecto positivo sobre la diversidad de la oferta, bajando la barrera de entrada a nuevos autores e intérpretes. Eso será bueno para la cultura musical. A diferencia de una película, la inversión necesaria para crear un tema musical es cien o mil veces menor. Esto significa básicamente el fin de las discográficas, pero no de la música.
A diferencia del cine, la música puede compartirse muy fácilmente en la red sin merma de calidad. Las soluciones tecnológicas destinadas a impedirlo (como el DRM) están destinadas al fracaso. La música debe vivir con el fenómeno de su difusión incontrolada. Afortunadamente, la inversión necesaria para producir un tema es pequeña, y los músicos pueden vivir de dar conciertos. La música grabada pasará a ser considerada como el medio de promoción para los ingresos de los conciertos. Ciertamente, los músicos no se harán millonarios, como sucedía antes de la invención del gramófono, pero pueden vivir dignamente. No está claro que eso sea un desastre para la sociedad, sólo para una pequeña élite que ha hecho fortuna en un periodo dorado de unos sesenta años y que ahora está terminando.

Los libros.
Dentro de poco, con el advenimiento de los e-books, los libros sufrirán el mismo destino que la música. Una vez convertidos en formatos electrónicos, no pasará mucho tiempo antes de que se diseminen descontroladamente por la red. Pero los libros electrónicos tienen un futuro dudoso. Cuando las editoriales vean peligrar su negocio, se inhibirán de hacer ediciones electrónicas de sus libros, algo que las discográficas no pueden hacer, y sobrevivirán. La inversión personal de un autor de un libro es ciertamente mayor que la de los autores e intérpretes de un tema musical. Y aunque el autor actualmente recibe una proporción pequeña de los ingresos que genera la venta de los libros, y ciertamente podría aumentarla significativamente si editase sus propios libros electrónicos, su incentivo para hacerlo es pequeño, dado que el número de copias vendidas en formato electrónico sería mucho menor. A diferencia de los músicos, los autores no pueden esperar vivir exclusivamente de giras y conferencias. La consecuencia inevitable es que los libros electrónicos no prosperarán.

La prensa.
La prensa tal como la conocemos sí habrá de reconvertirse en otra cosa. Esto lo he tratado en el post anterior.


viernes, 4 de diciembre de 2009

La desaparición de los diarios

Los diarios impresos desaparecerán en pocas décadas, aproximadamente cuando desaparezca la generación que no ha podido adaptarse a la era de la digitalización. Después de algunos cientos de años, han cumplido su ciclo. Las noticias serán diseminadas por medios electrónicos, más inmediatos y más baratos.
Pero no sólo desaparecerán los diarios impresos, cosa que es obvia, sino - y esto es más importante - también sus ediciones en la web.
¿Qué es un diario, en definitiva? El diario en sí es un medio de información y una tribuna de opinión. Ambos componentes están necesariamente unidos en una línea editorial que selecciona, valora y ordena las noticias según su criterio, las analiza en editoriales e invita a personas a su tribuna para que opine sobre los temas de actualidad.
Algunos de los diarios electrónicos, como elpais.com, están en los primeros puestos de la web en visitas. No tienen aspecto de estar a punto de desaparecer. La calidad de su producto es la razón de su popularidad. ¿Qué razón existe, entonces, para prever su extinción? La razón es su modelo de negocio. En la actualidad, las ediciones electrónicas de los diarios no tienen ingresos suficientes para mantenerse por sí mismas, sino que están subsidiadas por la edición de papel. Cuando ésta desaparezca, los diarios digitales entrarán en pérdidas. Las suscripciones no les salvarán, así que deberán financiarse mediante la publicidad. Pero ésta no genera ingresos suficientes para mantener la estructura que exige un diario de calidad. Y, si el diario pierde calidad, con mayor razón perderá suscriptores, entrando en una espiral descendiente.
La dificultad de encontrar y mantener suscriptores en la web ha quedado acreditada por los intentos fallidos de los mejores diarios del mundo. Detrás de estos fracasos no está, como se dice, que en la web impera la cultura de lo gratis. El problema es otro: el ciudadano medio no se suscribirá a un diario en internet porque hay una sobreabundancia de oferta de noticias y de opinión en la red. La gente ojea los diarios: una noticia de aquí, una opinión de allá. No es necesario comprar un diario y obtener toda la información del día de un solo medio. En el momento en que un diario le intenta hacer pagar, el usuario lo descarta y busca las noticias en otros sitios.

Si los diarios van desapareciendo, ¿se vaciará la web de noticias y opinión? Si así fuera, los lectores comenzarían progresivamente a abonarse a alguno, lo que llevaría a un nuevo punto de equilibrio, quizá con un número menor de diarios. Pero no hay razón alguna para pensar que la red se vaciaría de noticias y de opinión. Como he apuntado más arriba, éstas son la materia prima necesaria para crear los diarios, pero los productores de las mismas (agencias de noticias, reporteros, escritores) son agentes distintos de los editores de éstos.
Los productores de noticias y opinión de calidad pueden sustentarse mediante publicidad. Esto es así porque su número se reducirá y su alcance será mayor. Pero la publicidad no puede sufragar el extravagante despilfarro de esfuerzo que supone el traslado del modelo del diario impreso al mundo de internet. ¿A qué me refiero con esto?
Pensemos en lo que sucede cuando se produce algún suceso de cierta importancia a escala global. A las pocas horas existen miles de artículos similares, cada una de ellas escrita ex-novo de forma independiente por un redactor, dando cuenta del mismo suceso. Otros miles son meras copias de los anteriores. La cifra de artículos dando cuenta de un suceso de cierta importancia puede llegar a decenas de miles antes de veinticuatro horas. Si el suceso es de escala nacional, la situación se repite, a menor escala, con las ediciones locales. Es cierto que cada uno de los diarios le da su propio sello a la redacción de la noticia. Pero la escala a la que esto sucede es sencillamente ridícula y por tanto antieconómica. Por poner un ejemplo de hoy mismo. Leo en el Periódico de Catalunya que "Blanco asegura que Sinde no explicó bien el plan antipiratería". Google me informa de que existen ¡517 artículos relacionados con este asunto!
Esta extravagante situación es herencia de los diarios impresos, que carece de sentido en el mundo de internet. En efecto, un diario impreso local no se limita a dar noticias locales, sino que necesariamente compendia también las noticias de ámbitos superiores. Las noticias de ámbitos superiores son referidas con una redundancia completamente exagerada, e innecesaria en la era digital. Por supuesto, los lectores demandan distintas versiones del mismo hecho que realmente aporten un punto de vista distinto, en cada una de las lenguas del mundo de cierta importancia. Pero ciertamente no miles. Los diez idiomas más importantes totalizan las dos terceras partes de la población mundial. Además, los hablantes de lenguas minoritarias son, en su mayoría, bilingües. No es imposible pensar que el noventa por ciento de la población puede acceder a la información sin problemas si ésta se publica en una veintena de lenguas. Así pues, el coste de dar cuenta de un suceso global podría reducirse quizá en dos órdenes de magnitud al eliminar la redundancia. La situación es distinta cuantitativamente cuando hablamos de noticias de menor ámbito, como las noticias nacionales, donde la redundancia es menor. Pero también son posibles ahorros de mucha importancia. Esta redundancia va en contra de las leyes de la economía.

En cuanto a la función de un diario como tribuna de opinión, el diario es un medio vehículo. La tirada de los diarios en papel se justifica en primera instancia por las noticias de las que dan cuenta. Esa tirada los convierte en poderosas tribunas de opinión. El diario tiene el enorme poder de decidir quién puede acceder o no a su valioso espacio. En los tiempos previos a internet, aquellos autores a los que no se les cedía espacio en los diarios se veían reducidos a producir ellos mismos copias de su artículo de forma artesanal y a distribuirlos manualmente, con alto coste y bajo impacto. Esta situación ha cambiado radicalmente. Un bloguero tiene una audiencia potencial global. Por supuesto, lo que un bloguero desconocido publica no tiene gran repercusión, y muchos tienen sólo unos pocos lectores, o incluso ninguno. Los articulistas de los diarios electrónicos consiguen muchos más lectores, pero esto se debe al prestigio de los diarios actuales. La red tiene mecanismos de filtrado basado en redes sociales que hacen que los blogs más valiosos para la comunidad escalen puestos. Esto es ya una realidad y preveo que estos mecanismos serán los que pongan orden en el mundo de la opinión en línea.
La función que ahora cumplen los diarios la prestarán servicios de consolidación de items de información y opinión, cuya autoría y propiedad serán de terceros. Un usuario podría realizar la consolidación por sí mismo, pero estos servicios le facilitarán el trabajo. La llamada "línea editorial" podrá ser configurada por el usuario. Si un usuario vive en España, pero tiene familia en Japón, le interesarán de manera especial las noticias de ambos ámbitos. Si no le gusta el deporte, pero sí la política y la ecología, estos temas tendrán mayor preponderancia. Esto se realizará mediante algoritmos que no excluirán importantes acontecimientos deportivos para este usuario, pero sí las noticias más menudas. El usuario podrá votar el interés que le despiertan los blogs que se le presentan, de forma que el servicio le proporcionará éstos con más frecuencia y otros similares, en función de las opiniones agregadas de otros usuarios. En esencia, cada usuario podrá tener su propio diario de información.
Esto, evidentemente, traslada el problema al modelo de negocio de los creadores de los items de información antes aludidos: ¿de dónde sale el dinero para pagar a los creadores y a las agencias de noticias? Como he comentado antes, de la publicidad. La eliminación de la redundancia hará que el alcance de los supervivientes sea mucho mayor, lo que dará lugar a un negocio viable.
Preveo también la aparición de recintos de internet restringidos. Estos recintos sólo podrán ser accedidos por las operadoras de internet a través de puertas de entrada. Las operadoras de internet ofrecerán en sus paquetes el acceso a uno o más de estos recintos. Los enlaces a las páginas dentro de estos recintos no funcionarán a menos que el usuario haya contratado el acceso en su paquete. Los propietarios de estos recintos (que podrán ser las propias operadoras) contratarán con los productores de noticias y de opinión. Los productores (agencias, columnistas) recibirán dinero en función de los accesos a su material. Este modelo coexistirá con la internet abierta sufragada en exclusiva por publicidad.
La situación privilegiada de los propietarios de los grandes diarios para configurar (o manipular) la opinión pública, que se justifica por la barrera de acceso en forma de enormes inversiones en sus rotativas y demás infraestructuras, habrá terminado. No necesariamente una mala cosa.