lunes, 16 de febrero de 2009

Lloremos por los muertos, pero que sigan muriendo

Se han recuperado 24 cadáveres cerca de Lanzarote de la embarcación que naufragó ayer, con inmigrantes africanos que trataban de llegar a Canarias. Entre ellos hay varios niños. Acabo de oir la noticia en Radio 5.
El noticiario abría con una lamentación que parecía tan sincera por parte del redactor que cuesta trabajo darse cuenta de hasta qué punto es hipócrita: algo así como que "la fuerza del mar y las mafias" los habían condenado.
Ni una ni las otras son más que circunstancias. Las mafias son meramente personas que cobran a los inmigrantes por hacer un viaje muy peligroso. Los inmigrantes pagan su pasaje a sabiendas del riesgo que corren. Pero tienen poca elección: huyen de la guerra y del hambre.
Somos los europeos los que hacemos que su viaje sea difícil: podrían venir en ferry desde Ceuta.
Esas veinticuatro personas, como miles antes que ellas, mueren porque nosotros se lo ponemos difícil. Y lo hacemos porque, de lo contrario, nos inundarían por millones y se colapsaría nuestra sociedad del bienestar. Lo sabemos y preferimos llorarlos, pero que sigan muriendo.

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