jueves, 20 de diciembre de 2007

Eliminemos las subvenciones al cine, aunque sea duro

Si se eliminan las subvenciones al cine, dejarán de hacerse algunas excelentes películas en España. Los productores, cuando todo el dinero que arriesguen sea suyo, y si deciden seguir en el negocio, buscarán la asegurar la taquilla, lo que nos privará de algunas ideas audaces e imaginativas. Esto es España, famosa en el mundo de los negocios por su aversión al riesgo. Pues sea.
Pero también es cierto que se dejarán de hacer muchos bodrios con la vista puesta en la subvención. Esta domestica al productor. El dinero regalado adormece su inventiva, al proporcionar una protección contra la competencia. ¿Que la industria del cine norteamericana emplea tácticas abusivas para imponer su producto? Denúnciese al tribunal de defensa de la competencia e impónganse cuantiosas multas. Esto tendría la ventaja de que se ingresa dinero a las arcas públicas, en vez de gastarlo.
El dinero de las subvenciones estaría mejor empleado en otras cosas. Yo votaría por transferirlo al Ministerio de Educación para mejorar un poco la educación pública. Mientras ésta tiene deficiencias tan importantes, no creo que deba gastarse un euro en la industria del cine.

Pero si se acepta la ayuda al cine, al menos otra consideración importante debe ser tenida en cuenta. De siempre, los cómicos han vivido modestamente. La idea de que los actores y otros profesionales del espectáculo deben cobrar cantidades importantes proviene de la industria del cine, porque es una industria que genera mucho dinero y puede permitírselo. Desde el momento en que la industria del cine español utiliza financiación pública, es inadmisible que un actor cobre más que un maestro.

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