jueves, 20 de diciembre de 2007

¿Qué tienen en común las drogas y el cinturón de seguridad?

Que las leyes que regulan el uso de ambos vulneran el principio de la libertad individual. Ponerse el cinturón no aumenta la seguridad vial para nadie, salvo para el que se lo pone. Una persona debería decidir por sí misma qué riesgos desea correr, aunque su decisión sea estúpida. El uso de estupefacientes es pernicioso para la salud, pero sólo para la salud del que los usa. Una persona debería decidir por sí misma cómo arruinar su salud, aunque su decisión sea estúpida.
El Estado debería limitarse a asegurarse de que los ciudadanos están bien informados.
Por supuesto, debe prohibirse conducir bajo la influencia de las drogas, o del alcohol, dado que se ha demostrado que es muy peligroso para el resto de los usuarios de la vía pública.

Algunos argumentan que el Estado impone estas pequeñas vulneraciones de la libertad individual, a cambio de la cobertura sanitaria universal y gratuita. Como liberal, no estoy de acuerdo: la libertad individual es un derecho de rango superior a la asistencia sanitaria. Además, la cosa es muy fácil. Basta con advertir a los ciudadanos que tendrán que pagar la asistencia sanitaria si ésta ha sido consecuencia de haberse sometido voluntariamente a estos riesgos innecesarios.

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